El ‘fracking’, una oportunidad segura para la economía

Aprovechar todas las oportunidades para impulsar la economía debería marcar las decisiones y opiniones de los dirigentes políticos y los agentes sociales. Y, en cambio, buena parte de responsables políticos en las Comunidades Autónomas parecen elegir siempre la vía populista, sustrayéndole a la sociedad los datos necesarios para que se pueda formar una opinión adecuada.
Está sucediendo en el caso de las prospecciones petrolíferas al este de la costa canaria. Y lleva algún tiempo más produciéndose en torno al fracking, la llamada fractura hidráulica, un proceso que consiste en la inyección de agua a alta presión en rocas enterradas a más de 3.000 metros de profundidad pata extraer el gas encerrado.
Una vez más, distintos colectivos han preferido centrar su atención sobre los hipotéticos [y lejanos, según las estadísticas] riesgos antes que tener en cuenta las cuantiosas ventajas que puede tener sobre la economía. Sobre todo en un país como España, que tiene una dependencia energética del 80% y gasta cien millones de euros diarios en importar hidrocarburos, petróleo y gas. Sobre todo, en una actividad que se ha demostrado segura y considerablemente limpia.
La proliferación del gas pizarra ha permitido que en Estados Unidos se hayan reducido las emisiones per cápita de CO2 un 12% desde 2005 y rocen niveles similares a los de 1961. Y es que el gas pizarra emite la mitad de dióxido de carbono, un tercio de óxidos de nitrógeno y menos de un 1% de óxidos de azufre que el carbón.
“El gas no convencional tiene un gran potencial; no solo para estimular nuestra economía mediante la atracción de inversiones o la creación de puestos de trabajo directos e indirectos, sino también como energía puente hacia una economía baja en carbono”, según aseguraron en un artículo publicado recientemente reciente en el diario El País el presidente del Colegio Oficial de Geólogos, Luis Suárez, y el decano del Colegio Oficial de Ingenieros de Minas del Centro de España, Ángel Cámara.
Europa, sin embargo, sigue el camino contrario a EE UU. La Agencia Internacional de la Energía advirtió hace algún tiempo sobre una “edad dorada del carbón”. Estamos en el “peor escenario posible”. El alza del gas pizarra en EE UU sumado a la caída de la demanda en China han llevado a los precios a una caída pronunciada, lo que deja a una gran cantidad de productores de energía europeos comprando a precios bajos un carbón que no quiere nadie en Estados Unidos ni en China.
El periodista y divulgador científico Jorge Alcalde asegura además que la a adopción del gas pizarra podría suponer una reducción de gases de efecto invernadero “mayor que la obtenida por energía eólica o biofuel “en todos los escenarios, salvo en uno: que sólo se produjera energía mediante tecnologías renovables, algo altamente idílico”.
En lo que respecta a los efectos sobre la calidad del agua, Adecagua (la asociación española dedicada a su defensa), celebró en mayo unas jornadas enteramente dedicadas al fracking en las que se minimizaron los riesgos de contaminación. A su término, emitió un comunicado en los que aseguraba que “no es asumible, desde una perspectiva técnica, descartar de entrada una actividad” como esta. “Hay una extraordinaria experiencia”, asegura, “desarrollada en los EE UU y Canadá, avalada por años de práctica y buen control, la cual debería servir de base a las actuaciones que, eventualmente, se realicen en nuestro país”.
Esta es la misma conclusión a la que han llegado, tras largas reflexiones y debates internos, tanto el Colegio Oficial de Geólogos como el Consejo Superior de Colegios de Ingenieros de Minas de España. “Desde el punto de vista técnico, no debemos temer los proyectos de exploración o la técnica de la fracturación hidráulica”, concluyen tanto Suárez como Cámara. “Como cualquier actividad energética, industrial o casi podríamos decir humana, los proyectos de exploración conllevan riesgos”, aseguran”. ”El fracking se puede hacer de forma segura”, concluye The Economist. “Prohibirlo es desmedido”.
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