Quien se niegue a reconocer esta evidencia lo tiene crudo.
El social business: usar las redes sociales para impulsar la empresa

¿Tu empresa pone en valor la capacidad colaborativa de las personas, busca que el trabajo en equipo aumente las ventas y reduzca gastos? Quizás las redes sociales puedan echarte una mano. Es lo que se llama social business, una tendencia que se afianza poco a poco en las grandes empresas y que comienza a expandirse hacia las de menor tamaño.
En estos casos, los medios sociales dejan de ser meras herramientas de comunicación para convertirse en procedimientos empresariales que derivarán en una mayor rentabilidad, tratando de fomentar la comunicación entre las áreas de la organización. ¿El objetivo? Facilitar el trabajo de manera colaborativa, adoptar y cultivar un espíritu de colaboración y comunidad en toda la organización.
¿A qué nos referimos? A poner a disposición de la plantilla las herramientas informáticas y la cultura empresarial necesarias para que puedan difundir, compartir y colaborar más fácilmente los unos con los otros. Estas herramientas tienen nombres: intranets o redes sociales corporativas como Jive, Yammer o los productos de IBM, una empresa líder en este ámbito.
¿Por qué tendría un directivo que mirar hacia el llamado negocio social?
- Por la necesidad de conectar entre sí las distintas partes del ecosistema empresarial. Sobre todo, cuando estas partes están alejadas físicamente.
- Los trabajadores más jóvenes, y algunos que no lo son tanto, sienten la necesidad de comunicarse dentro de la empresa usando herramientas sociales, de la misma manera que lo hacen en su vida personal. La organización ha de proporcionar estas herramientas y aprovechar esos impulsos.
Para implantar el social hay que tener en cuenta diversas claves.
- Liderazgo. No hay que dejarse llevar por la vertiente tecnológica del proyecto. Las tres cuartas partes de un proyecto de implantación de social business no tienen nada que ver con la tecnología, sino con la dirección de equipos.
- Estrategia. El objetivo que se ha de trazar la empresa tiene que estar en consonancia con la estrategia corporativa global. No solo eso, tiene que ser medible y adaptable a futuros cambios.
- Riesgos. Toda operación de este tipo conlleva sus riesgos. Por eso, resulta necesario definir normas básicas de actuación y sensibilizar a los trabajadores para que las cumplan. Y, como no, tener preparado los recursos legales necesarios
- Gestión de la comunidad. Llegamos a un punto clave. No se logra de una vez, sino que resulta necesario crear fases: en primer lugar, antes de la implantación, es la de buscar objetivos, estar seguros de las razones por las que la plantilla va a colaborar en el proyecto (y asegurarnos de que así lo hagan).
Llegamos al lanzamiento del proyecto. Aquí es importante localizar expertos y conectores (empleados influyentes y motivados) dentro de la organización que funcionen como agentes dinamizadores . Y, como siempre, hay que medir los resultados para estar seguros de que están en consonancia con los objetivos y poder reformular tácticas.
- Institucionalización. El proyecto ha de funcionar entre la plantilla, pero ha de ser top down, ha de estar motivado por la dirección. Y no hay que olvidar la comunicación constante para que los usuarios finales se impliquen.
- Tecnología. Llegamos a otro punto clave. Apliquemos solo lo que necesitemos, atendamos a las funcionalidades sociales, ayudemos a que la experiencia de usuario sea la mejor para impulsar su uso.
Quien se niegue a reconocer esta evidencia lo tiene crudo.